viernes, 27 de noviembre de 2015

Era un sábado, de los primeros del verano.
Fuimos a caminar al lado del río, nos tiramos en la arena, reímos, cantamos, bailamos. Íbamos de acá para allá.
5 amigos sin nada mejor que hacer que contemplar las estrellas.

Una cerveza, dos cervezas, tres vinos, 4 vinos, vodkkkk... y ya no me acuerdo más.

Jóvenes todos, de 15 a 17.
Bien pendejos.

Hacíamos cosas de pendejos, queríamos vivir.

Hierba por acá, ácido por allá y las estrellas empezaron a dejar de estar en el cielo para bailar con nosotros.

Serú Girán, Tobogán Andaluz, Spinetta, Páez, Calamaro, Zero Kill, Indios, The 1975...

El amanecer, los cinco tirados en la arena sin poder más.
La brisa en nuestras caras.
Risas por todos lados.
Y de repente... ¡ALEJO DESAPARECIÓ! .
Re descabezados buscando a Alejo... de acá para allá, y  en un momento se ve un flaco en el río y bam, nos dimos el mal viaje de nuestras vidas.
Todos pensando que se ahogó.
Lo fuimos a buscar, como buenos amigos, y quisimos enterrarlo bajo la arena pero nos pateó la cara porque, claramente, nunca se ahogó y no estaba muerto.

Cuando se nos pasó la locura y la ebriedad volvimos a la ciudad...
Qué anécdotas, queridos...
Qué futuras anécdotas.

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